Por Marcela Mateluna Díaz

Marcela Mateluna Díaz, alumna de último año de la carrera de Psicología, entregó este trabajo, el día 16 de diciembre 2016, cómo resultado de su investigación. Con el permiso de Marcela, lo compartimos con ustedes.

Introducción

El presente ensayo tiene por objetivo principal indagar los orígenes del yoga en Chile a fin de conocer su historia y las particularidades de su práctica en este lugar del mundo. Junto con su contextualización e historización, señalaremos los principales hitos y aspectos relacionados a la “Chilenización” del yoga. Finalmente, y a la luz de la información presentada, se buscará validar la hipótesis de que el yoga en Chile ha sufrido un proceso de mercantilización bajo un prisma capitalista que lo posiciona como un bien de consumo susceptible de ser transado en el mercado de servicios. Si bien es posible argumentar que este fenómeno no sería exclusivo de Chile, este proceso habría tenido sus propias especificidades en Chile. Una de estas particularidades guardaría relación con la fuerte incorporación del yoga al mercado educativo chileno a través de programas de instructorados que no se distancian mucho de la forma en la que las carreras técnico profesionales son transadas en el mercado de bienes y servicios. Se espera realizar una reflexión acerca de los beneficios que esta tecnología reporta a la vez que discutir acerca de alguna de las paradojas que conlleva su práctica en Chile.

Desarrollo

A fin de contextualizar la práctica del Yoga en Chile, primero se intentó indagar la bibliografía general sobre los orígenes del yoga. La mayoría de las fuentes de referencia consultadas lo sitúa en la India.

La historia señala a la India como la fuente del yoga… Los orígenes del Yoga se remontan a la prueba arqueológica más antigua encontrada, data aproximadamente del año 4500 antes de Cristo, y se trata de sellos de piedras con figuras de posturas de yoga de avanzada dificultad, en ambos sellos la postura que se realiza se llama shakti-chalani-asana; estas figuras fueron encontradas en mohenjo-dharo, una antigua civilización sobre la rivera hindú. [recuperado de YogaDharma].

Sin embargo existen algunos indicios que parecen apuntar a que el Yoga podría tener orígenes más amplios no circunscribiéndose sólo a la India misma. Hay evidencia, por ejemplo, de esculturas mesoamericanas anteriores a los Mayas y culturas Toltecas que sugieren prácticas energéticas similares al Yoga Hindú [recuperado en baxalkinanlil].

En la India, lo religioso y lo filosófico siempre han estado íntimamente ligados, por tanto, cuando se habla de yoga, se habla de un pensamiento filosófico a la vez que de formas de vida religiosa, Lizama, (2015). El yoga es una tecnología al servicio de un desarrollo humano integral. Es a la vez una práctica física, mental y espiritual que apunta hacia el autoconocimiento y el crecimiento interior.

Alrededor del 2500 a. de c. se encontraron las escrituras conocidas como Vedas, una obra literaria esencial para los yoguis por contener formas históricas de pensamiento, creencias, costumbres y formas de vida de los pueblos del indio, que dieron origen al hinduismo y en donde es posible encontrar una definición esencial del yoga. Más tarde, aproximadamente el siglo VI a. de c. aparecieron los poemas épicos que contienen el Bhagavad Gita, una de las escrituras más conocidas en la filosofía hindú (Ponce, 1999).

Sin embargo, los conocimientos de yoga que hoy se transmiten en Occidente y que sustentan la filosofía y la práctica de yoga como método físico y mental, provienen del trabajo de Patanjali, un filósofo y yogui del siglo III a. de c., que desarrolló un sistema yóguico que se plasma en los Yoga Sutras, actualmente reconocido como el Yoga Clásico. Patanjali es considerado el padre del yoga porque sistematizó en 196 aforismos los conocimientos que, en esa época, se tenían sobre la filosofía y la práctica, que más tarde fueron traducidos y difundidos en las escuelas de yoga (B.K.S Iyengar, 2006). Estas escrituras son las que prominentemente han acercado y difundido la filosofía yogui en Occidente.

De acuerdo a Lizama, (2015), el yoga en Occidente ha sufrido un proceso de secularización en manos del mercado bajo un ethos capitalista, que lo ha posicionado como un bien de consumo, publicitándolo principalmente como una actividad física, que incita a la relajación lo que permitiría enfrentar con éxito los efectos de la vida en la sociedad moderna. Así, vinculada con el mercado, la práctica del yoga se occidentalizó, popularizó y masificó, transformándose, en las últimas décadas, en una de las “actividades físicas” que más ha aumentado su participación en los países occidentales. Chile reproduce esta tendencia. En Chile, si bien el yoga comienza más asociado a una clase de elite, luego se produce un proceso de masificación orientándose a segmentos más variados de la clase media. Así en Occidente y en Chile, en particular, el yoga ha destacado principalmente por sus beneficios físicos. Sin embargo, desde la Yoga clásica, Patanjali nos habla del óctuple sendero del yoga, es decir, los ocho pasos en el camino hacia la visión del alma; el primero de ellos, Yama, involucra principios éticos y reglas que nos posibilitan vivir en sociedad; Niyama (las observancias religiosas) nos habla de la pureza de cuerpo y mente, el contentamiento en toda circunstancia, la autodisciplina, la introspección (contemplación) y la devoción a Dios y al gurú; Asana, la postura correcta; Pranayama, el control del prana, las sutiles corrientes vitales presentes en el cuerpo; Pratyahara, el recogimiento interior que resulta de retirar los sentidos de los objetos externos; Dharana, la concentración intensa, el fijar la mente en un solo pensamiento u objeto; Dhyana, la meditación, la absorción en la vasta percepción de Dios en uno de sus infinitos aspectos —Bienaventuranza, Paz, Luz Cósmica, Sonido Cósmico, Amor, Sabiduría, que se manifiesta de forma omnipresente en todo el universo y finalmente Samadhi, la experiencia supraconsciente de la unidad del alma individual con el Espíritu Cósmico. De esto resulta evidente que el yoga es mucho más que un conjunto de Asanas por lo que es necesario trascender está visión sólo física del yoga y que en Occidente se encuentra fuertemente orientada a la consecución de un bienestar más individualista. El yoga es mucho más que adquirir flexibilidad o ser capaz de realizar un conjunto de asanas complejas. Con esta visión se pierde gran parte de su riqueza; su dimensión ética/moral (Yama) o su dimensión espiritual, que guardan relación con un desarrollo humano integral. [recuperado en Yogananda SRF].

Al hacer una revisión de los principales hitos históricos del Yoga en Chile, nos encontramos con que en Junio de 2015, se aprueba un Proyecto de Ley, que en su artículo único declara el 4 de noviembre de cada año como el Día Nacional del Yoga. El proyecto fue patrocinado por el Ministerio de Deporte y miembros de la cámara que realizaban esta práctica. Durante las discusiones, se lo posicionó dentro de las prácticas deportivas, siendo una de las participantes en la discusión la Ministra del Deporte, la señora Natalia Riffo. Es necesario entender que el Yoga no es un deporte, sino una disciplina cuyo eje principal es el Desarrollo Humano. Considerarlo como un deporte es no entender su verdadera naturaleza. Por otro lado, En dicho Proyecto de Ley se consigna que la práctica del yoga se inició en Chile con la llegada en 1964 de José Rafael Estrada, de nacionalidad mexicana, quien se dedicó a la enseñanza de esta disciplina, adaptándola a la cultura occidental. El 4 de noviembre de dicho año, Estrada fundó el primer instituto de yoga en Chile, la Gran Fraternidad Universal (GFU), que posteriormente se convirtió en el actual Instituto de Desarrollo Humano (IDH) cuya misión principal es el Yoga para el Desarrollo Humano.

Durante la década de los ochenta comienzan a aparecer tímidamente distintas escuelas de yoga. En 1980 fue fundada la Escuela de Kundalini Hari-Nam, cuna del yoga kundalini en Chile. Posterior a la dictadura militar, y a partir de los años noventa, se multiplicaron progresivamente los centros de práctica y academias de instructores, y consecuentemente la difusión mediática y la cantidad de practicantes. En este contexto, se crea el proyecto Chatuspadah, al alero del cual nacen la Academia Chilena de Yoga y los centros de práctica Yoga a Luka. Ambas iniciativas comerciales desarrollan un modelo de mercado que institucionaliza el yoga en Chile, y lo posiciona como uno de los bienes de consumo más deseados por el público adulto en el rubro del “fitness” y el “wellness”, (Lizama, 2015).

En 1997 Gustavo Ponce funda Yogashala, institución conocida por posicionar una visión laica del yoga e introducir distintas modalidades de práctica (estilos Iyengar, Ashtanga Vinyasa y Viniyoga). De acuerdo a Lizama, (2015) el proyecto Yogashala se inicia con la implementación de salas de práctica para la comercialización del yoga en zonas de clase media alta de Santiago. Esto constituiría la primera iniciativa de mercantilización del yoga en Chile, siendo su característica distintiva su alto costo y el estar orientado a un público de elite. En la misma línea, comienzan a aparecer salas de Bikram Yoga, otra modalidad cara y dirigida a las elites. El 2007, y siguiendo el mismo esquema del Yogashala, nace el proyecto Yoga a Luka, al alero de la Academia Chilena de Yoga, como un centro de práctica comercial de bajo costo enfocado a un público objetivo distinto (estudiantes, adultos y profesionales de clase media). Este proyecto difundió y popularizó la práctica del yoga. Según su sitio web, el propósito era abrir el mercado del yoga a un público consumidor más amplio e interclase a fin de que se convirtiese en un servicio más masivo.

Para Lizama (2015), Yogashala y la Academia Chilena de Yoga (ACY) además de popularizar la práctica del yoga, contribuyeron a mercantilizar su enseñanza, especialmente a través de la introducción de instructorados como opción profesional. Un ejemplo de los muchos programas que se ofrecen hoy en día está el programa ofertado por Yoga Integral Chile cuyo programa tiene una duración de 1 año (Enero a Diciembre), con clases un sábado al mes. Se piden como requisitos salud compatible y entrevista previa. Se imparten distintos tipos de clases, y métodos de Yoga (Purna Yoga Integral, Power Yoga, Yoga Flow, Yoga Deportivo, Yoga Artístico, Yoga Rítmico, Mantra Yoga, Yogaterapia, Kundalini Tantra Yoga, Hatha Yoga, Ashtanga Yoga). También contempla actividades variadas como la asistencia a diversos festivales, retiros y la participación en Congresos [recuperado de Yoga Integral Chile]. Otros institutos que ofrecen la modalidad de instructorados y diplomados de especialización ofrecen programas similares, en modalidad anual con un valor aproximado de 1.500.000. Algunos ejemplos de los programas ofertados son: Formación instructores en Kundalini Yoga. Mención Estrés. Acreditación Internacional K.R.I. Kundalini Research Institute; Curso Instructores Yoga Infantil-Juvenil. “Educando en conciencia para la conciencia”. Mención Yoga Escolar. Certificación Internacional en curso; Curso de Instructores Yoga Pre y Post Natal. Preparando y acompañando una gestación, parto y crianza consciente. Certificación en Curso [recuperado en Vida y Estilo]. Es posible ver entonces que la enseñanza del yoga se ha posicionado en Chile, especialmente a partir de la primera década del siglo XXI, como una alternativa ocupacional, entrando a competir en el mercado educativo, particularmente en el campo de la educación física y el fitness. La carrera de Instructor de Yoga en Chile es económicamente más accesible que una carrera universitaria o técnica, particularmente en la ACY, y el ingreso no tiene la exigencia convencional de la Prueba de Selección Universitaria (PSU).

Así desde sus inicios, a mediados de los 60s, y a lo largo de estas décadas, el yoga se ha ido haciendo un espacio paulatinamente dentro de actividades dirigidas en los gimnasios, definiéndose, como una actividad asociada al fitness, incluso tomando denominaciones como “yoga reductiva”, “aero yoga” o “yoga fitness”, Lizama (2015). Durante este período, el yoga también se ha ido expandido en su práctica llegando a espacios abiertos y públicos como parques, plazas, playas, muchas veces bajo el auspicio de Municipalidades que ofrecen clases gratuitas o a bajo costo. Otro fenómeno que ha seguido esta expansión del yoga es la proliferación de tiendas especializadas en artículos y accesorios para la práctica (merchandising). Destacan Props Chile y Eco Yoga Store Chile, que han generado un fenómeno de consumo en torno al yoga con productos que van desde artículos para la práctica misma, hasta aquellos accesorios como joyas, bolsos, malas, asociados a un estatus de practicante de yoga. También ha habido una focalización de la práctica del yoga en segmentos específicos como personas adultas mayores, jóvenes, niños, embarazadas, yoga madre-hijo, etc. Estas prácticas han sido adaptadas a las distintas necesidades de estos grupos lo que a su vez ha generado nuevos nichos de especialización en los instructorados y diplomados. Un ejemplo de ello es yogacrecer, que se orienta a la enseñanza del yoga kundalini para segmentos niños, jóvenes y yoga padres-hijos [Yoga Crecer].

En relación a la Chilenización del yoga, en Chile se ha llevado a cabo el Proyecto Chatuspadah que en su página web declara que es un proyecto de intervención social, con una visión de acercamiento del Yoga a los diversos estamentos de la sociedad. El proyecto se encuentra basado en los planteamientos filosóficos de cuatro sistemas clásicos: Hatha Yoga, Bhakty Yoga, Karma Yoga, Gnana Yoga, los que se encuentran representados a través de cuatro proyectos comerciales relacionados, (Lizama, 2015). Estos proyectos son: La Academia Chilena de Yoga (ACY), que nació el 2005 y que representa al sistema Hatha Yoga; Yoga a Luka, que nació el 2008, que representa al sistema Karma Yogal; la Biblioteca Chilena de Yoga que representa a Gnana Yoga; y el sistema Bhakty que contempla la creación de un centro de meditación y actividades espirituales, donde confluyan las diferentes escuelas y corrientes de pensamiento afines a la filosofía del yoga. En su página web define a Bhakty como el Sendero del Amor devocional, El amor que se eleva hacia las cumbres de la espiritualidad. Es posible acceder a toda esta información (los distintos proyectos comerciales) desde la página web central del proyecto Chatuspadah. El proyecto Chatuspadah, además tiene asociado otro proyecto llamado Todoyoga, que vende accesorios, libros y todo tipo de artículos para el yoga. Es posible ver a la luz de esta información una mercantilización e institucionalización del yoga en Chile, así como se ha descrito en el contexto del proyecto comercial más grande del país en el rubro del yoga, con toda su racionalización y burocracia lo que marca el sello de cómo el fenómeno del yoga se ha introducido y desarrollado en Chile.

Conclusiones

Al investigar acerca de los orígenes del Yoga en Chile, lo primero que llama mi atención es el contraste o la paradoja que se produce entre una visión clásica del Yoga como la del sabio Patanjali y la forma como el Yoga se ha ido masificando en Chile de la mano del mercado del lujo, me atrevería a decir. Esto porque en Chile desde sus orígenes estuvo dirigido a un cierto segmento de la población que podía costear su práctica y que cuando se pensó en masificar su práctica para que llegara a los sectores medios de la población también se hace bajo una óptica comercial. Al indagar en las diferentes páginas webs de los institutos más importantes, es evidente la explosión de centros que ofrecen planes de formación profesional en el área del Yoga. Estos institutos ofrecen distintas menciones que se adaptan muy bien a las necesidades del mercado (yoga prenatal, yoga para niños, yoga madre-hijo, etc). Estos cursos ofertados se asimilan mucho a nuestro sistema educacional en el sentido de que también buscan ser acreditados a través de una certificación internacional que es publicitada como garantía de seriedad y de reconocimiento internacional. Me pegunto si sería posible hablar de un mercado que lucra al igual que todo nuestro sistema educativo. También es evidente que existe un mercado en torno a todos los productos asociados al Yoga. Como por ejemplo, el proyecto Todoyoga en donde la venta de artículos es variada; mats para la práctica (el yoga mat reebok), libros, y artículos como joyas, banderines, calcomanías variadas con los símbolos (OM y otros) y muchísimos otros artículos y accesorios que no son esenciales para la práctica misma. Desde mi punto de vista existiría una ausencia de austeridad en esto, lo cual no deja de ser sorprendente.

Al contrastar toda esta información con mi experiencia y las enseñanzas recibidas durante mis clases, me surge la inquietud de repensar el Yoga posicionándolo desde una visión más austera, de una mayor simplicidad. Hay un mundo de excesivo consumo que rodea la práctica. Para esto sería esencial volver a los orígenes no occidentales del Yoga. Me surge la necesidad de repensar mi práctica y volver a las enseñanzas del Yoga Clásico de Patanjali con sus ocho senderos del yoga, y comenzar primero por retomar los aspectos éticos de la práctica (primer camino).

Quizás esta sea una de las razones por las que la práctica se ha ido confundiendo con todo lo relativo al fitness y el por qué surgen tipos de Yoga que apuntan a los aspectos físicos y corporales (aero Yoga, fitness Yoga) o incluso el Bikram Yoga que se práctica en salas a temperaturas elevadas con la promesa de tener un efecto más rápido en el acondicionamiento del cuerpo físico. Desde mi punto de vista existiría una tendencia a la banalización de la práctica que lleva a que se confunda el Yoga con una mera práctica física. Este reduccionismo y la búsqueda tan occidental de la belleza y obtención de un sentido de bienestar físico han ido de la mano con este proceso de mercantilización de la práctica. Ese ensayo se propuso reflexionar sobre este aspecto y sobre la verdadera esencia del Yoga, como práctica o tecnología que nos permite un desarrollo humano integral. Para finalizar rescato una de las reflexiones hechas en la conferencia sobre Gurdieff en español donde se exhorta a emprender este “viaje a lugares inaccesibles”, que representaría ese viajar a nuestros propios lugares inaccesibles, que no están en el remoto oriente, ni fuera (en libros, gurús, caminos, maestros, ciencia, o religión). Buscamos fuera una respuesta que está en nuestro interior. El yoga desde estos ocho caminos es un viaje a nuestro interior, el estar volcados hacia lo externo, nos distrae.

Referencias